

La Reintegración: ¿qué puede pasar en al abordar la dimensión familiar?
En los testimonios de los protagonistas de los procesos de reincorporación y reintegración, se ha visto que en muchos casos se da un difícil proceso de adaptación con las familias de origen. ¿Por qué? Los excombatientes expresan que se sienten personas extrañas, pues ha pasado mucho tiempo. Otros no alcanzan a entenderse, haciendo difícil la convivencia. En ocasiones, unos optan por quedarse a pesar de las dificultades porque no tienen a quién más acudir.
Dentro de este variado grupo de individuos, hay quienes deciden no acudir en absoluto a la familia de origen, motivados por el temor a no contar con nadie e inclinándose así por preferir empezar solos el camino a la vida civil. Otros tantos pudieron haber formado parejas con quienes huyeron del grupo armado (por un embarazo, por ejemplo) y deciden que esa será su familia. Finalmente, también están los que se encuentran en la búsqueda de esos familiares de origen, encontrándose así frente a una gran oportunidad o un fracaso doloroso.
Lo anterior puede resumirse en que los excombatientes se pueden encontrar con diferentes posibilidades:
Ausencia de la familia
Creación de familias
Resignación familiar
Nueva vida elegida
Las experiencias familiares que vayan a tener estos sujetos a partir del momento en el que comienzan la ruta de la reintegración estará influenciada por la historia que han atravesado, principalmente en lo referente a la experiencia que han tenido alrededor de lo que es familia.
Las familias de nacimiento
La mayoría de los excombatientes tienen su origen en el campo y las zonas rurales del país, donde las familias solían ser numerosas y donde se vivían situaciones de violencia, abuso o abandono. En el campo colombiano han sido muy comunes el trabajo infantil y las condiciones de hambre y pobreza, expresadas también por los excombatientes. En sus testimonios, se encuentra que eran comunes también prácticas de subordinación antes que democráticas, los castigos físicos y trabajos forzados eran recurrentes, el analfabetismo y absentismo escolar estaban a la orden del día, los silencios solían ser la forma de comunicación (“era mejor quedarse callado”) y existían situaciones de miedo e inseguridad por las condiciones del contexto (violencia).

El grupo armado
Luego, en el grupo armado las prácticas estaban más orientadas a cumplir con tareas y objetivos específicos, había una jerarquía bien definida y los integrantes de esta nueva familia (nombrada así por los excombatientes) adquirían aprendizajes, descubrían habilidades y cumplían roles puntuales. Era también un escenario de socialización y generación de vínculos. La familia de origen quedaba en el pasado, bien fuera por decisión personal o por imposición del grupo.
Tomar la decisión de ingresar a un grupo armado, visto desde fuera, puede entenderse como una elección tomada libremente haciendo el uso pleno de su voluntad y deseo personal. Sin embargo, la realidad colombiana es muy distinta a esta idea y, si bien pueden existir este tipo de casos, lo que se encuentra una y otra vez en los testimonios de los excombatientes son realidades de: reclutamiento forzado a edades tempranas, ingreso al grupo como medio de subsistencia y supervivencia frente a escenarios de pobreza extrema, niños y adolescentes que huían del abandono y el abuso, personas que tomaron malas decisiones o que estaban siguiendo una tradición familiar.

Proceso de reintegración
Finalmente, una vez dejado el grupo armado pero teniéndolo como punto de referencia, podemos hablar de tres periodos de prácticas familiares:
El antes: | Niñez trabajadora en ocasiones agredida, algunos vínculos significativos. |
El durante: | Desarrollo de aprendizajes y habilidades para la supervivencia, algunos vínculos significativos. |
Construcción en el proceso de reintegración: | Caminando entre lo desconocido y lo que no sé de mí. |

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